martes, 6 de mayo de 2008

Ocurrencias, miedos y heridas.

¿Y qué quieres que haga si se mueven tan rápido que apenas les veo? van de aquí para allá, ajetreados, y cuando crees que apresaste a uno, vienen los demás a salvarle y te arrollan.

Las causas de sus migraciones nos son desconocidas, pero somos nosotros los que tendremos que adaptarnos a su movimiento, ellos no pararan aunque nos bajemos, ellos no pueden detenerse, van de la mano del tiempo.

YO... les veo donde no están,
les oigo cuando están en silencio,
me duelen...


Me han colocado en una balsa de aceite, y así no hay quién se mantenga en pie, por más que lucho contra la gravedad, contra el miedo. Debo reflexionar cómo saldré de aquí, decidir cuál será el último minuto de mi cautiverio.

Ya he dado el primer paso. Decíamos ayer que es difícil curarse las heridas, sobretodo cuando no se sabe que existen, lo hemos aprendido bien, y ahora mismo las vemos claro.

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