martes, 23 de septiembre de 2008

Tortugas.


Ella, como yo, intenta salir de su cascarón. A fuerza de golpes con la cabeza y arañazos con las patas, hemos conseguido hacer un pequeño agujero en el huevo que nos contiene, pero no es suficiente, y además ahora podemos oler y tocar la tierra, pero no disfrutarla con plenitud.

Pero éste es sólo el principio de la historia... ahora, ella lleva ya casi dos semanas disfrutando de su caja de metal, comiendo lechuga y acumulando fuerzas para afrontar lo que venga. Y yo sigo en la misma posición, con la mitad del cuerpo dentro del cascarón. No es que no se esté agusto y calentito aquí dentro, pero empiezo a tener hambre, y las piernas un poco entumecidas.

Algún día, me pasearé reconociendo mi caja.


2 comentarios:

Desi dijo...

Y espero que tras la caja, le toque a la casa, y a la calle más tarde, y después...

Mientras tanto, un poema de Aida Bortnik:

"Celebremos. Celebrémonos.

En el espacio y en el tiempo se encienden una y otra vez las hogueras de los eternos miedos, pero también algunos orgullos.

Hay peligro fuera de la cueva, pero allí está la vida.

Celebrémonos viviendo con intensidad y apostando a que podemos cambiar, en el mundo de aquí abajo, todo.

Porque ya lo hemos cambiado casi todo y sabemos que es posible.

Y en nosotros también.

Adentro, donde se esconde el temor y se germina el aislamiento, ahí es donde hay que abrir la puerta y salir a vivir la vida entera.

A partir de este preciso momento.

"Sobrevivir no basta" Aída Bortnik

Anónimo dijo...

Ahora puede parecer a ratos un poco angustiosa esa caja en la que se observa más que se hace.
Sin embargo ¡ se reciben visitias! y yo intentaré asomarme siempre que pueda como tú hiciste y haces conmigo.
No lo, ni te olvido.
Ains qué ternura por Dios.
Mil besos kaila.

brujulilla