Cuando era muy muy pequeña, apenas tenía tres añitos, miraba la vida despacio, un poco embobada. Al girar la cabeza despacito, mis ojos se iban llenando de maravillas, un mundo de ilusiones por descubrir estaba ahí fuera, y yo no tenía prisa por avanzar, por crecer, nunca he sentido esa prisa, no os riáis.

Me resulta muy fácil recordar aquellas sensaciones.
Cualquiera que me conozca desde aquel entonces (tendrás que preguntarle a mi familia o a Luis y su familia, porque fue durante la época andorrana), creo que podrá contarte algo más de esta niña. Ellos siempre se han reído con ella, pero yo me sentía especial, y feliz porque sentía que yo percibía más cosas que los demás.

Un día, tras el trayecto en coche en el que me dormía habitualmente, llegamos a la guardería. Yo no sé bien cómo fue, pero el descubrir a todos aquellos bichitos pegados al cristal de la ventana, me produjo un sin fin de emociones.
Tenían un circuito pintado de colores vivos, e iban arrastrándose por él. Me parecieron dulces, y tranquilos, y en mi mente infantil se me antojaron cercanos, sentí que yo tenía parte de ellos, y jugar con sus ojos me tranquilizó desde entonces mucho.
Ponérmelos en la mano, que se deslizaran bien pegados a mi palma, me hacía sentirme segura, y cuando alguno de los otros niños pisó a uno de ellos sin querer, me hizo sentirme realmente triste, sin plantearme el porqué de mis sensaciones.
Hoy no he sabido explicarte lo importante que es para mi guardar todos estos sentimientos vivos. Es mi infancia, y mi primer contacto con la naturaleza que tanto significa hoy para mi. Son símbolos, lo sé, pero ellos me recuerdan lo que he sido, y quiero seguir recordándolo.
3 comentarios:
Aunque para organizar carreras no valian mucho -no sudaban el dorsal que les pegabamos- les teniamos tambien cierto cariño.
Nunca me he podido -¡que barbaridad!- comer uno. Recuerdo que mi vecino los metia en la olla... nos tirabamos mucho tiempo sin hablarle.
haces que se te quiera con cosas como esta, sabes?
jooo....me ha encantado el comentario...tierno y dulce...me has hecho recordar cosas de mi infancia...:)....yo tampoco me he podido comer nunca un caracol,buag...demasiados biscosos...UN BESAZO
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